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153 millones de niñas y niños con hambre
El más reciente informe de la ONU, a través del Programa Mundial de Alimentos (PMA), advierte que existe 353 millones de personas que enfrentan un hambre aguda, siendo la mitad de esta cifra 153 millones de personas menores de 18 años, levantando una importante alerta principalmente en términos educativos, ya que agrava aún más las condiciones de aprendizaje para niñas, niños y adolescentes.
Se visualiza que una de las mayores causas de esto se habría profundizado en torno a la continuación e inicio de diversos conflictos bélicos y el aumento del precio de los alimentos, fertilizantes para el cultivo de estos y de los combustibles para el transporte.
Frente a esta situación, el jefe del PMA de la ONU señaló que: “Lo que era una ola de hambre, es ahora un tsunami”, asegurando que el mundo se enfrenta a un problema alimentario “de una magnitud sin precedentes” que amenazaría la seguridad alimentaria de millones de personas en el mundo.
Se prevé que el impacto de esto para las niñas, niños y adolescentes se verá principalmente en el proceso de aprendizaje, donde la alimentación de calidad cumple un rol fundamental, combinado con el efecto que tuvo el cierre de las escuelas, lugares que a falta del acceso a la comida muchas veces en los hogares son lugares centrales de alimentación, en base a eso se busca reforzar los programas de salud y nutrición escolar. Frente a este nivel de alerta, hace falta preguntarse ¿la solución pasará por una mejor administración de los recursos de los programas estatales?.
Desde el 2016 a la fecha, la riqueza producida en el planeta se concentra en el 1% de la población, mientras 978 millones de personas en el mundo padecen de hambre. Y esto es a lo que precisamente no se refiere la ONU, porque implica chocar con este 1% qué son los grandes capitalistas que manejan el mundo por la acumulación de las riquezas a través de la explotación de los millones de trabajadores y trabajadoras y la devastación de la naturaleza.
Incluso abre a pensar que con todos los alimentos producidos podrían mitigar los problemas del hambre y la desnutrición que viven las millones de personas, pero el conflicto subyace en que en el capitalismo la prioridad de la producción no está en en alimentar a la población, sino más bien en el sostén de la ganancia empresarial.
De esto son reflejo los países con mayores índices de hambre en el mundo, como Yemén, Sudán del sur, Burundi y la cuenca del Lago Chad, se encuentran en conflictos bélicos y esto débilmente es citado en los informes que realiza la ONU, como si las guerras no tuvieran responsables y no fueran parte en el fondo de un negocio para expandir el dominio.
Esto teniendo en cuenta, que son países con reservas de recursos naturales como petróleo, gas, uranio, litio y oro, entre otros, siendo profundamente pobres. En esto los principales responsables son las alianzas de las elites regionales del imperialismo del primer mundo que ayudan con la esclavitud, el hambre y la miseria.
Es importante no olvidar como durante el S.XIX, Francia, Bélgica y Holanda colonizaron África y Medio Oriente, donde luego esta colonización fue reemplazada rápidamente por el imperialismo, sumiendo aún más a los estados africanos y de Medio Oriente en el saqueo, la pobreza y la miseria.
Al mismo tiempo, la crisis internacional que se viene desarrollando desde el 2008, que durante y posterior a la pandemia también ha logrando profundizar aún más las condiciones de la clase trabajadora, empujandolos a trabajos precarios, a la desocupación y por consecuencia muchas veces al hambre. y donde los gobiernos principalmente han tomado medidas a derecha, con discursos chovinistas y anti inmigrantes para instalar una idea de un enemigo interno, desviando la responsabilidad que tienen en la situación.
De esta forma, mientras desde la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y el PMA culpan principalmente a los conflictos bélicos en curso, como principal causa del hambre, por la destrucción de cultivos, el ganado y la infraestructura agrícola, bloqueando los mercados y forzando los desplazamientos. No señalan las groseras ganancias que consiguen los gobiernos corruptos de los estados capitalistas, donde no solo en las mismas guerras, sino también todo el negocio que se genera alrededor de estas, como la trata de personas con fines de explotación sexual a millones de niñas, niños y adolescentes.
Frente a esto se hace importante poder pensar la posibilidad de superar las condiciones a las que nos encuadra el sistema capitalista de producción, planteando la necesidad de avanzar a una planificación económica para garantizar la alimentación del conjunto de la población, poniendo por delante la necesidad alimentaria de calidad de la clase trabajadora, sectores populares y principalmente de las niñas, niños y adolescentes, frente a la acumulación empresarial.
Es el capitalismo el cual nos arroja a un constante desperdicio irracional de recursos, ya que con todos los avances tecnológicos y científicos que ha alcanzado la humanidad deberíamos haber podido combatir el hambre, acabando con este modo de producción, avanzando a uno donde se puedan usar los recursos para satisfacer las demandas sociales en armonía con la naturaleza.
Publicado en La izquierda diario https://www.laizquierdadiario.com/
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