#Argentina La batalla cultural.
Tolerancia cero contra el delito de secesión y de apropiación ilícita del territorio soberano, así debe ser la actitud del pueblo-nación argentino frente a cualquier intento por derecha o por izquierda de fragmentar al país para robar sus recursos.
No hay que dejarlos ni arrancar. Al primer conato de “esta tierra es mía y acá hago lo que quiero” deben movilizarse las Fuerzas Armadas y proceder con el desalojo y la captura del usurpador, el que luego deberá afrontar un juicio en el que el Estado argentino será querellante con ganas de triunfar.
La ley de tierras marca un límite del 15% de posesión privada en manos de extranjeros y no vale el ardid de hacerse de testaferros nacionales para burlar el espíritu de la ley. Tampoco vale privatizar los recursos naturales del suelo y del subsuelo, eso no se vende.
Entonces ya estamos llegando bien tarde a ponerle orden a la fiesta que se hacen los Lewis, los Benetton y demás magnates foráneos en nuestro territorio. Tienen que ponerse a derecho ya y entregar lo que hayan comprado en exceso, además de retirarse de las zonas estratégicas.
Ahora bien, un delito no justifica otro delito. La progresía globalista sostiene que, al incumplir los magnates la ley de tierras, entonces está bien que venga un grupo de 20 filibusteros a decir que “esta tierra es mía y acá planto una bandera distinta a la de Argentina” por criterios raciales que además son falsos.
El territorio soberano argentino no se divide y el acceso a sus riquezas solo puede tenerlo el Estado en representación política del pueblo-nación. Llámese Lewis o Patoruzú, venga por derecha o por izquierda, no importa: nadie tiene el derecho de secesionar el territorio.
Vamos a defender lo nuestro antes que sea demasiado tarde.