En 2013 estalló una gran revuelta social en Brasil contra la estrategia capitalista del Partido de los Trabajadores. La presidenta Dilma, en alianza con gobernantes de derecha, reprimió la insurrección a sangre y fuego, dejando una decena de manifestantes asesinados.
En el Bloque Negro participaron indígenas, en rechazo a la política de exterminio ejecutada por la izquierda.