No es necesario que las personas dediquemos las mejores horas, los mejores años de nuestra vida a realizar tareas en una relación de explotación y dependencia, con horarios absurdos a cambio de una suma dineraria que no nos alcanza más que para sobrevivir, en algunos casos, sorteando las quejas mediante el consumo.
Con esto no quiero decir que quienes realizan tareas con gusto, o que podrían pasar el día haciendo (por ejemplo, tareas científicas, artísticas, creativas, de trabajo manual y artesanal, etc.) no se deban hacer o deba limitarse su quehacer. Sino que en tanto organización social, la relación laboral de explotación no puede estar tan intrínsecamente naturalizada como lo está actualmente.
Incluso esa naturalización es reforzada también por discursos de izquierda, o discursos llevados adelante por partidos y líderes de opinión de "izquierda", así como sindicatos y más, sobre todo cuando apelan a un sentido moral del trabajo (reitero, en la acepción de relación social de explotación en el marco de un intercambio de tiempo-cuerpo por monto dinerario en una institucionalización legal y de mercado). El sentido moral que refuerza una naturalización del trabajo se expresa con el discurso que afirma la dignidad de la persona que trabaja. Así, además de darle un sentido moral a la idea de persona-trabajadora se reafirma el actual sistema de intercambios y distribución social de los bienes. Porque es bien sabido que esa imposición, quasi coercitiva, de trabajar solo le cabe a la gente no-rica. Prueben, cuando ustedes piensan que esto es una obviedad, está actuando esa naturalización.
Como para concluir mis descargos, comentar que esa imposición y luego naturalización del trabajo -que es quien perpetúa las desigualdades- es una cuestión histórica. Se puede rastrear legalmente ese surgimiento, que como tal, no empezó con la normativa sino a partir de apalear revueltas.
Por ese motivo, veo necesario articular una internacional poslaborista, o mínimo localmente imponer como posibilidad una jornada de trabajo de 4 horas y una semana laboral de 4 días, que permita la dignificación real de las personas, que vivan su vida y puedan tener otras actividades (donde respirar puede ser una de ellas), entre otras cosas
¡Feliz viernes!
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