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Si bien se mira, no hay apenas diferencia entre los juegos de azar, envite o apuestas y las inversiones especulativas de capital, sean en acciones de Bolsa, en deudas públicas y privadas, más que la cantidad que se pone sobre el tapete. El auge que están viviendo unas apuestas y otras son, según me parece, síntomas parecidos del capitalismo senil que sufrimos. En uno y otro caso, desaparece cualquier afán productivo, cualesquiera fuerza de trabajo o elaboración de mercancías, para quedar solo el formidable envite del dinero abstracto.
#^Azar, justicia y destino. Sobre el auge de juegos y apuestas – Claros en el bosque
Menudean en los últimos tiempos advertencias sobre la proliferación de casas de juego, casinos o tugurios de apuestas en barrios pobres y marginados y, lo que es, sin duda, más peligroso en términos de futuros posibles, entre la gente más joven. Sobre todo ello habla, aunque centrándose en Madrid, el reportaje de El Salto que enlazo al final de esta entrada. A propósito de ello, pero queriendo llegar más allá de las razones y condiciones objetivas que la Sociología puede explicarnos mejor, me quiero preguntar por el sentido último de esa atracción por el juego y el envite. En lo personal, debo confesar un rechazo y repulsión instintiva hacia esa fascinación. Desde pequeño, me producido una mezcla de desconfianza y tristeza la imagen abstraída de los jugadores, sea ante un tapete verde o ante una máquina combinatoria. Es posible que en ese rechazo entre, como una circunstancia más, que nunca he ganado dinero en un juego ni he acertado una quiniela o el número de cualquier lotería. Ni una simple partida de parchís. Pero hay algo más que ahora creo entender, aun con el margen de error que tiene una interpretación de la realidad, naturalmente...