No debería ser así. Podríamos tener nuestras necesidades garantizadas trabajando una fracción del tiempo que trabajamos, sin incinerar el planeta en el proceso. Pero el capitalismo rampante, el imperativo del crecimiento, la desigualdad, el consumismo y la vacua promesa del éxito nos mantienen atados a nuestros puestos de trabajo hasta el último aliento.
Hay que acabar con el sistema antes de que el sistema acabe con nosotros.
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