Conversation
Notices
-
@juan perdona, a lo mejor no entiendo qué es lo que interpretaste de lo que escribí en los comentarios... pero no creo que «el éxito sea una cuestión de orgullo nacional» en ninguno de los sentidos que se me ocurren: ni creo que el nacionalismo sirva para tener más éxitos, ni creo que sea otra cosa que una alienación disfrutar de un jugador o un equipo por la federación nacional de la que forma parte en vez de por cómo juega/compite.
-
@juan y sobre tu ejemplo de competencia fraterna... bueno, el torneo del duro en tu cole de Bilbao vale, el Athletic, no. ¿Por qué? Porque no compite por el placer de competir y mejorar entre amigos, asumámoslo-
¿Que no recurre al mercado de futbolistas? Sí, claro que recurre, pero le añade una clausula que restringe sus posibles fichajes, pero no cambia los criterios ni los objetivos de estos. El Atletic quiere lo mismo que el Barça, pero pretende conseguirlo solo con «vascos». Pero desde luego lo que no son es amigos que quieren jugar juntos y no les importa tener peores resultados por mantener el equipo entre ellos. No es el equipo de una comunidad real al que no le importa el resultado, es un equipo que se ha propuesto un «más difícil todavía». No es que no quieran ganar a los demás ni que no vayan al mercado a captar el mejor talento para conseguirlo. Es que a ese talento le exigen que tenga una cierta definición nacional. No porque sean diferentes del Barça en objetivos, sino porque quieren probar o al menos esperan probar un día, que esa comunidad imaginada en la que creen puede generar tanto talento por sí misma, como el que puede encontrarse en el mercado global. Lo cual puede ser cierto pero es altamente improbable.
No creo q estés siendo heterodoxo e incómodo al ponerles de ejemplo, la verdad, solo vistiendo con un un traje nuevo, pero igualmente irreal, al emperador desnudo que es el nacionalismo.
-
@juan pensándolo con la almohada, y creo que lo que transpira este post (y ya estaba en tu desprecio por «nacional» de Nadal y tu amor no basado en su forma de juego por Muguruza) es que al final hay una elección irreductible: cuando queremos fundamentar un paso más allá de la empatía general humana -que en principio nos provoca cualquier miembro de la especie- ¿sobre qué lo hacemos? Sobre lo que el otro «es», es decir, sobre lo que no ha elegido (un lugar de nacimiento, un fenotipo, una posición social de partida, un conjunto de apellidos...) o sobre aquello que hace y que por tanto es una expresión de su libertad.
La confusión entre comunidad real e imaginada que haces con el ejemplo del Atletic -y que ya aparecía en el post sobre Oteiza y Chillida- se multiplica luego en el final cuando sin querer mojarte del todo afirmas que el prejuicio nacionalista (la famosa «preferencia para los nacionales» de la extrema derecha española) no produce peores resultados que el mercado. No hace falta hacer modelos muy complicados https://lasindias.com/es-la-identidad-un-limite-a-la-reduccion-del-tamano-de-los-estados ni investigar demasiado en los hechos para darse cuenta de que esa idea es precisamente la que lleva a la inviabilidad de estados pequeños.
¿Dónde está el fallo del modelo? ...
-
@juan ...Muy atrás, en el neoaristotelismo. En que simplemente la comunidad real y la comunidad imaginada son animales distintos.
La preferencia identitaria en la comunidad real reduce costes de transacción porque se basa en un conocimiento material, directo, personal del otro, es una confianza «basada en evidencia».
La preferencia identitaria cuando se aplica a miembros de la comunidad imaginada, personas que no conocemos pero tienen unas ciertas características comunes, no reduce los costes de transacción simplemente porque a lo mejor, ser vasco no te hace «per se» jugar mejor al fútbol, administrar mejor un banco, ni ser más cumplidor con tus compromisos, incluso aunque se probara que entre las personas definidas como vascos hay una probabilidad mayor de que se den esas características.
Y por tanto cuando hablamos de habilidades concretas de personas concretas que no conocemos seguramente el mercado sea mejor juez que el prejuicio, y la única comunidad que puede evaluar mejor sea la comunidad real.
Es más, es la única que puede permitirse, precisamente por tener algo parecido a la información perfecta, calcular un trade off y decir algo como: «se que va a rendir menos pero me compensa porque dado que le quiero, voy a disfrutar más trabajando o jugando con él/ella».
-
@juan En mi visión no intento deslindar el dinero de la fama o de las decisiones que toman los tenistas profesionales. Pues claro que organizan su calendario de torneos en base a los puntos y el dinero que reparte cada uno de los tornemos y por lo mismo dan preferencia a torneos de la ATP - con alto reparto de puntos y dinero - por encima de la copa Davis o las Olimpiadas organizadas por naciones y donde se representarían como nacionales. Este es mi punto en la conversación, en la decisiones de los tenistas profesionales - muchos, algunos, en gran número de ocasiones - prima el mercado por encima del nacionalismo.
Y lo agregue como comentario a tu post porque en la decisión que comentabas de Nadal y en el marco de la cual introducías el caracter nacional como agente implicado, creo que todo lo contrario. En su decisión era mucho más importante llegar al torneo de la ATP en Cincinnati recuperado y en buena forma que representar a España en la Olimpiadas.
Para el espíritu deportivo creo que el mercado, fuera de la comunidad real, es la mejor de las opciones, les exige ser los mejores, no haber nacido en un pedacito de tierra u otro.