Tanto me adoptaron que en mi cumpleaños comí en su casa desde que tengo uso de razón hasta que me fui fuera a estudiar. Ese día se comía en casa de Ixiar y Txemi.
Mis padres hicieron mucha relación con ellos, como es lógico. Tanto es así que muchos fines de semana íbamos a la casa del pueblo de Txemi, en Araba. Allí estaba Maitere. Maitere era una señora viuda y jubilada que cuidaba con una sonrisa a todo el que lo necesitara. Al principio iba con mis padres, pero luego fui mil veces con Ixiar y Txemi. Más de una vez nos llevaron a mi y a su hijo (mi medio hermano) y se fueron, dejándonos con Maitere unos días.
Sin problema. Nunca había problema.