Cuando tenía 7 años hubo un problema en el comedor del cole. Había muchas quejas de que la comida era de mala calidad y tal. La dirección del cole rescindió el contrato con la empresa de catering y, mientras buscaban una solución, allí apareció Maitere.
Se mudó a casa de sus hijos y, con dos amigas, organizó las comidas de todos los que nos quedábamos a comer. Se levantaba temprano, hacía la compra en el pueblo y se ponía a cocinar para más de cien niños. Todo de calidad, todo casero. Todo sano. Y sobre todo, riquísimo.
Nunca olvidaré que hacía croquetas caseras para todos. 3 croquetas para cada niño. Más de 100 niños. Las solía hacer en fin de semana, en casa, para que le diera tiempo y el lunes pasábamos por su casa a ayudarla a llevar bandejas de croquetas al cole. Una locura, lo pienso de mayor, sabiendo cuanto trabajo tienen las croquetas y me parece increíble.
Pero era Maitere, ella era así.