Jot Down es la desgracia de la prensa "progre". Logra glorificar, en cada párrafo, una vida desgraciada de una mujer que hizo como todas las mujeres en el cine desde hace décadas: servir a hombres sin escrúpulos que las venden, las tiran y las miran.

En el cine o en la vida nada ha cambiado desde 1974 en relación a las mujeres, con una sola diferencia: la película de entonces parece un cuento de monjas comparada a la violencia que tenemos hoy. Es el problema que hay con el porno o con adicciones - se tornan lo mismo. A cada tanto necesitas una dosis más elevada para obtener el mismo resultado.

Y hay un lector que comenta, tras leer lo miserable que fue su vida, su fin aún peor que el reportero lo pone - pues tenía que glorificar hasta la muerte sola, abandonada, enferma, discapacitada, pobre - agradece a la "actriz", una "gran mujer". Suena a ironía enferma.

A ningún crítico de cine - que haya leído - le ha dado contar la historia de Charles Chaplin y cómo tuvo responsabilidad en el suicidio de una de sus "conquistas" menores de edad cuando se puso enferma y alcoholica. Sigue todo normal. Circulen que aquí no ha pasado nada.

Ahora tenemos el aparato retórico perfecto (y mentiroso): la libertad de vivir y dejar vivir. Por eso tenemos que glorificar la muerte de alguien que vivió miserablemente. Al final, nos pesa durante unos segundos nuestro papel sórdido en algo que un día se costumaba llamar de conciencia.