La ultraderecha mexicana siempre estuvo confinada a las alcantarillas, con sociedades secretas de corte paramilitar, como: el MURO, los Tecos, o el Yunque.
Actualmente ha trascendido la marginalidad y aspira a controlar la estructura de poder. Es así que la derecha filofascista mantiene presencia en la mayoría de los partidos de México.
Es sabido que en el PAN hay secciones fascistoides, pero es menos conocido que la derecha extrema ha penetrado el obradorismo.
López Obrador gobierna en alianza con la ultraderecha; el PES (partido evangelista), el Partido Verde (eco-reaccionarios) y el Yunque.
Manuel Espino, líder del Yunque, formó el agrupamiento Ruta 5 para integrarlo al movimiento de López Obrador. Ruta 5 mantiene militantes activos en el gobierno, el propio Espino controla secciones de seguridad nacional. Además Espino pretende ser gobernador de Durango, y su sociedad con el PES, el Verde y el jefe del senado (Monreal) lo aproximan a mayores cotos de poder, incluso a gannar la presidencia con Monreal.
Es así como la derecha extrema adquiere poder dentro de este gobierno izquierdista