Viajar en el estribo del tren es una de esas cosas que caben perfectamente en el concepto de “hacé lo que yo digo pero no lo que yo hago”.
Si tuviera un hijo por supuesto que le contaría de las innumerables veces que cometí esa peligrosa transgresión incluso siendo chico, para acto seguido prohibírselo (en abstracto porque para cuando tenga un pibe ya no quedarán trenes así en Argentina).