El primer problema con el que topamos es que en su origen los hebreos eran ágrafos, es decir, no es que no tuviesen un idioma escrito, sino que ni siquiera usaban un sistema de escritura extranjero, como sí hicieron otros pueblos. Sus primeras palabras escritas, en un alfabeto de origen fenicio, serían del siglo X o del XI. Si analizamos la lengua hebrea arcaica, vemos que pertenece a la familia de lenguas cananeas (la región aproximada del actual Israel), emparentada con:
- Fenicio, en la zona actual del Líbano.
- Lenguas habladas al este del Jordan en lo que hoy sería el oeste de Jordania. De norte a sur: arameo, amonita y moabita.
- Al sur del Mar Muerto, y hasta el Golfo de Aqaba en el Mar Rojo, en zonas actualmente israelies y jordanas, la lengua edomita.
El hebreo está emparentado, pero más lejanamente con las demás lenguas semitas. Al sureste y al este en la península arabiga, el desierto siro-jordanio y Mesopotamia.
El hebreo no contiene aportaciones apreciables que puedan atribuirse a un origen egipcio, lo que es casi imposible si los hebreos hubiesen permanecido seis siglos en Egipto. Tampoco parece tener vestigios de los dialectos semitas orientales arcaicos ni meridionales, lo que apunta a que este pueblo no tiene aportes ni mesopotámicos ni árabes.
Si analizamos la cultura material, cerámica y utensilios, son compatibles con una evolución de la cultura cananea, aunque esto es complicado ya que la propia cultura material cananea está muy influida por otras culturas del levante mediterráneo. Otros rasgos culturales, como la circuncisión, la prohibición de comer cerdo, las casas de cuatro cámaras... son también características de esta región situada a ambos lados del Jordán desde el actual sur de Siria, hasta su desembocadura en el mar, aunque también comparten alguno de estos rasgos culturales con otros pueblos semitas más lejanos.
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