Hay experiencias que tejen las etapas de nuestra vida. Para mí una es subir una montaña en verano.
Esa sensación de calor, esfuerzo, polvo, viento alpino, solana y arboleda, la espalda empapada de sudor, el ligero desfallecimiento… es un hilo que atraviesa mi historia.
A ratos la naturaleza me llena y me vacía, y me siento pleno.
A ratos solo soy un animal de carga, que baja la mirada, arrastra los pies y se enrosca en pensamientos tan bajos y terrenales como el suelo que pisa
Antes buscaba medirme en estas excursiones. Cumplir metas. Demostrarme mi valor.
Hoy dejo que me pasen de largo los runners de trails, esa nueva generación que ha subido la apuesta dopaminergica del montañismo, convirtiéndolo en un deporte: más objetivos, superación, marcas, competición, subidones.
Yo solo busco reencontrarme con sensaciones. Renovar mis votos. Enhebrar la aguja y dar otra puntada a mi pequeña historia de amor con la montaña.