El País. Sergio del Molino:
«En su incesante trabajo de vanguardia televisiva, Iker Jiménez inauguró esta semana un nuevo género retórico: las disculpas presuntuosas. Habrá que darle un nombre adecuado a esta innovación que consiste en pedir perdón al tiempo que se saca pecho, se celebra el trabajo por el que uno se disculpa y se termina aplaudiéndose y celebrándose a uno mismo lo buen tío que está hecho y cómo se viste por los pies. Cualquier otra persona entendería que el arrepentimiento es un acto de humildad (en la liturgia cristiana, se hace de rodillas) sin condiciones. Pero Iker Jiménez se confesó esta semana en su programa Horizonte con chulería de torero. No es extraño que sus seguidores lo hayan sacado a hombros por la puerta de Mediaset, entronizado como mesías de la verdad. Su castigo ha sido una ovación, las dos orejas y el rabo.»
No siempre voy a poner a parir a la prensa. Cuando el mensaje es correcto y la forma es atractiva, se dice.